Las celebraciones, actos colectivos que marcan momentos significativos en la vida de las comunidades, ya sea por tradición, logro o resistencia. También conocidas como festividades, son más que fiestas: son memoria viva, expresión de identidad y a veces, protesta silenciosa. No siempre son con fuegos artificiales o bailes. A veces son versos en el Metro de Santiago, como cuando el Canto a lo Poeta, una manifestación oral chilena que lleva siglos transmitiendo historias en décimas invadió las estaciones para recordarnos que la cultura popular no se apaga. Otras veces son silenciosos gestos de dignidad, como cuando una mujer como María Corina Machado, líder venezolana cuya lucha por la democracia fue reconocida con el Nobel de la Paz 2025 recibe el premio más prestigioso del mundo, y su nombre se convierte en símbolo de esperanza para millones.
Las celebraciones también tienen nombre de lugar. En Potes, Liébana, un pueblo en Cantabria donde la Feria de Santos revive la tradición medieval con comida, música y vestimentas de siglos pasados, la gente no solo recuerda, sino que vive lo que fueron sus abuelos. En Chile, cuando el Metro de Santiago, un sistema de transporte que se convierte en escenario cultural cuando lo necesitamos extiende su horario para un concierto de Kendrick Lamar, no es solo logística: es un acto de inclusión, de decirle a la gente que su alegría importa. Y cuando Javier Milei estrena un concierto de rock, una estrategia política que usa la música para conectar con jóvenes desencantados en Buenos Aires, no es un show más: es una campaña que se viste de guitarras y gritos, porque a veces, la política ya no se gana con discursos, sino con ritmo.
Las celebraciones no siempre son alegres, pero siempre son poderosas. Una victoria en el fútbol, como la de Honduras contra Haití, es una fiesta colectiva de alivio y orgullo. Una remontada en la Davis Cup, vista por Djokovic y su hijo, se vuelve historia familiar. Una sanción a un club, una toma de viviendas, un corte de agua: también son celebraciones en clave de resistencia, donde la comunidad se reúne no para bailar, sino para exigir. Lo que une todos estos eventos es que no son solo noticias. Son vidas que se mueven, que gritan, que cantan, que esperan. Aquí encontrarás esas historias: desde el polvo de una feria medieval hasta el eco de un Nobel en una dictadura. No son solo celebraciones. Son señales de que la gente sigue presente.