La contaminación ambiental, la introducción de sustancias o energía dañinas en el entorno natural que alteran su equilibrio. También conocida como degradación del medio ambiente, es lo que hace que el aire que respiras en Santiago sea pesado, que los ríos pierdan vida y que las comunidades cercanas a vertederos sufran enfermedades crónicas. No es un problema lejano ni abstracto. Es el humo que sale de las chimeneas de las termoeléctricas, el polvo que levantan los camiones sin cubierta en la Ruta 68, los plásticos que terminan en el Mapocho, y el smog que se queda atrapado entre los cerros cada invierno.
Esta contaminación no actúa sola. calidad del aire, la medida de cuán limpio o sucio está el aire que respiramos. En Chile, especialmente en la Región Metropolitana, los niveles de partículas finas (PM2.5) superan los límites recomendados por la OMS más de 100 días al año. Y detrás de eso está la residuos sólidos, los desechos domésticos e industriales que no se gestionan bien. En ciudades como Talcahuano o Valparaíso, los vertederos a cielo abierto generan metano, lixiviados que contaminan el agua subterránea y olores que no se van. Todo esto alimenta el cambio climático, el aumento sostenido de temperaturas globales por la acumulación de gases de efecto invernadero. Y en Chile, eso significa glaciares que se derriten más rápido, incendios forestales más intensos y sequías que duran años.
¿Qué se hace? Algunas cosas. En Santiago, se instalan cámaras con inteligencia artificial para detectar incendios antes de que se propaguen. En Valparaíso, se hacen simulacros masivos para preparar a la gente ante desastres que ya están vinculados a la degradación ambiental. Y aunque no lo veas en las noticias todos los días, hay comunidades que luchan contra la contaminación de sus ríos, exigen más transparencia en las licencias ambientales y denuncian a empresas que siguen arrojando químicos. No es suficiente. Pero es real. Lo que ves aquí abajo no son solo titulares sueltos: son historias de personas, lugares y decisiones que están conectadas con este problema. Desde el corte de agua en Macul por fallas en redes antiguas hasta la toma Dignidad en La Florida, donde el riesgo de aluvión se suma a la falta de servicios básicos: todo tiene raíces en cómo tratamos —o no— el entorno que nos sostiene. Aquí tienes lo que realmente está pasando.