Los créditos estudiantiles, préstamos del Estado chileno para pagar la educación universitaria que se devuelven después de graduarse. También conocidos como créditos con garantía estatal, son la principal forma en que miles de jóvenes acceden a la universidad sin tener que pagar todo de entrada. No son becas: tú los pides, los usas para cubrir matrículas y mensualidades, y luego los devuelves, pero solo cuando empieces a ganar dinero y superes un ingreso mínimo establecido.
El sistema se maneja principalmente a través del Fondo Solidario de Crédito Universitario, el programa del Estado que financia estudios en universidades no estatales y en institutos profesionales. Si estudias en una universidad pública, como la Universidad de Chile o la Pontificia Universidad Católica, puedes acceder a becas o créditos con condiciones más favorables. Pero si tu opción es una privada, el Fondo Solidario es casi siempre tu única puerta de entrada. Y no es lo mismo que una AFP, la entidad que maneja tus ahorros para la pensión. Aunque ambas son del Estado, la AFP es para tu vejez, y el crédito estudiantil es solo para pagar la carrera. No confundas una con la otra.
En los últimos meses, las noticias han mostrado que muchos estudiantes están cambiando de crédito o pidiendo renegociaciones. Algunos, tras graduarse, no logran encontrar trabajo y se quedan atrapados en deudas que no pueden pagar. Otros, en cambio, aprovechan los nuevos plazos extendidos y las tasas más bajas que el Ministerio de Educación ha implementado en 2025. También hay quienes, como en el caso de las Becas Chile, programas de financiamiento para estudios en el extranjero con compromiso de retorno, prefieren evitar el crédito y optan por becas completas. Pero no todos pueden acceder a ellas: hay más solicitudes que cupos, y los criterios son estrictos.
Lo que sí es claro: el crédito estudiantil no es un regalo. Es un compromiso. Y aunque ayuda a abrir puertas, también puede convertirse en una carga si no se entiende bien. Por eso, en esta colección de noticias, encontrarás casos reales de estudiantes que lograron salir adelante, otros que se quedaron atorados, y los últimos cambios en las reglas que podrían afectarte si estás pensando en estudiar. También verás cómo las AFP y el sistema educativo están empezando a interactuar de formas nuevas —por ejemplo, con propuestas de deducciones en ahorros previsionales para pagar deudas estudiantiles. No es un tema de teoría: es algo que afecta a más de 700 mil chilenos cada año. Y tú, ¿estás preparado?