La delincuencia, conjunto de actos ilegales que afectan la seguridad de las personas y la convivencia en la sociedad. También conocida como crimen, es algo que nadie quiere ver en su barrio, pero que muchos viven cada día. No es solo robo o violencia: es la sensación de inseguridad que se instala cuando ves cámaras nuevas en la esquina, cuando tu vecino se cambia de casa, cuando los carabineros pasan más seguido pero no paran nada. Y eso, más que estadísticas, es lo que duele.
La Carabineros, la fuerza policial encargada de mantener el orden público en Chile. es la primera en responder, pero también la más visible. En La Florida, por ejemplo, el desalojo de la toma Dignidad no fue solo una operación de vivienda: fue un acto de seguridad pública con cientos de familias en medio. Y en Talcahuano, la denuncia por delito informático, un crimen que usa tecnología para falsificar, robar o amenazar. contra la directora de Sernameg muestra que el crimen ya no solo es con puñales o pistolas: también es con archivos borrados, correos falsos y pruebas manipuladas. La Fiscalía, la institución encargada de investigar y perseguir los delitos en Chile. tiene que seguir el rastro de todo eso: desde robos en casas hasta fraudes digitales.
Lo que ves en las noticias no es casualidad. Cuando el Metro de Santiago extiende horarios por un concierto, es porque hay más gente en la calle y más riesgo. Cuando Senapred hace simulacros de terremoto, es porque la seguridad no es solo contra criminales, sino también contra desastres que pueden abrir brechas para el caos. Y cuando se habla de desalojos, de cámaras de IA en el Sky Costanera o de protestas de jóvenes en Lima, todo se conecta: la delincuencia crece donde hay desigualdad, desconfianza y falta de respuestas rápidas.
No hay una sola solución. Pero sí hay muchas historias reales. Aquí no encontrarás teorías vacías ni discursos políticos. Solo lo que pasó, lo que se investiga, lo que cambió. Lo que afecta a tu barrio, a tu ruta, a tu día. Lo que te hace preguntarte: ¿y ahora qué?