El humor, una forma natural de procesar lo absurdo, especialmente cuando la realidad supera a la ficción. También conocido como satira, es el lente que muchos chilenos usan para entender lo que pasa a su alrededor. No es solo una forma de entretener. Es una herramienta de supervivencia. Cuando el metro se retrasa por tercer día seguido, cuando un político promete cambio y luego se olvida, cuando un equipo pierde por tercer año consecutivo en la final… ahí es donde el humor entra. No para burlarse, sino para no llorar.
En Chile, el humor no vive solo en los programas de televisión. Está en los memes que circulan tras un corte de agua en Macul, en los comentarios que hacen viral un desalojo en La Florida, en los titulares que nadie se cree pero todos comparten. El humor, una respuesta colectiva al caos cotidiano. También conocido como ironía nacional, se alimenta de lo que otros llaman crisis: las AFP, las reformas de pensiones, los conciertos que cambian el horario del metro, los políticos que se vuelven personajes de reality. Aquí, lo trágico y lo cómico comparten el mismo espacio, y a veces, la misma frase. La satira, la versión más afilada del humor, que usa la exageración para revelar verdades incómodas. También conocido como crítica disfrazada de risa, aparece en las reacciones a la noticia de que alguien vendió un 8% de Latam mientras el Real Madrid celebraba. ¿Es una noticia deportiva? ¿Una de negocios? ¿O una comedia negra? Y no solo se trata de lo político. El humor también está en cómo un primo y su primo disputan una final de tenis en Shanghai, o cómo una tarjeta verde en fútbol juvenil se convierte en un fenómeno mundial. La vida, aquí, no se vive, se comenta.
Lo que encontrarás aquí no son chistes vacíos. Son noticias reales, contadas con ese toque de locura que solo los chilenos saben manejar. Desde el Nobel de la Paz para una opositora venezolana hasta un concierto de rock de Javier Milei en Buenos Aires, todo tiene su lado absurdo… y su lado humano. No estamos aquí para hacer reír por reír. Estamos aquí porque, cuando todo se vuelve demasiado serio, el humor es la única forma de seguir adelante. Y si te ríes, es porque, en el fondo, también lo entiendes.