La independencia de Chile, el proceso político y militar que liberó a Chile del dominio español entre 1810 y 1818. También conocida como la gesta patria, no fue un acto único, sino una serie de batallas, conspiraciones y decisiones que cambiaron el rumbo de un país. Muchos creen que todo empezó el 18 de septiembre de 1810, cuando se formó la Primera Junta Nacional de Gobierno en Santiago. Pero eso fue solo el primer paso. La verdadera independencia se logró años después, con la victoria en Maipú, y no sin derramamiento de sangre, divisiones entre chilenos y el sacrificio de figuras que hoy apenas recordamos.
Detrás de este proceso estuvieron figuras como Bernardo O'Higgins, el líder militar que se convirtió en el primer gobernante supremo de Chile tras la victoria en Maipú, y José Miguel Carrera, el estratega carismático que impulsó las primeras reformas y cuya traición y ejecución marcaron una herida profunda en la historia nacional. Entre ellos, hubo rivalidades que casi destruyen el movimiento antes de que terminara. La llamada Patria Vieja, el primer intento de autogobierno, terminó en derrota con la batalla de Rancagua en 1814. Luego vino el exilio, la reorganización en Mendoza con San Martín, y finalmente, la cruzada que terminó en el campo de batalla.
Lo que muchos no saben es que la independencia no fue un consenso. Hubo terratenientes que temían perder poder, indígenas que no fueron consultados, y esclavos que lucharon por su libertad sin recibir nada a cambio. Hoy, cuando se celebran desfiles, banderas y empanadas, todavía se discute qué significa realmente esa independencia. ¿Fue un triunfo de todos o solo de unos pocos? Las noticias de hoy —como las protestas por derechos sociales, las reivindicaciones mapuches o los debates sobre la nueva constitución— son hijas de esa misma pregunta que se hizo en 1810: ¿quién tiene derecho a decidir?
En esta colección de artículos, encontrarás historias que van desde los detalles olvidados de la guerra hasta cómo esos eventos siguen vivos en las calles de Santiago, en los nombres de plazas, en las decisiones de hoy. No son solo recuerdos del pasado. Son las raíces de lo que somos ahora.