James Rodríguez, futbolista colombiano reconocido por su técnica, visión de juego y goles espectaculares. También conocido como James, es uno de los jugadores más destacados de su generación en América Latina. Desde que se hizo famoso en la Copa Mundial de 2014 con su gol de chilena contra Uruguay, su nombre se convirtió en sinónimo de elegancia en el fútbol. No es solo un goleador: es un creador, un jugador que cambia el ritmo de un partido con un pase o una gambeta. Su estilo lo hizo popular en Europa, pero su corazón siempre estuvo en Colombia.
Lo que muchos no recuerdan es que su salto a la élite no fue casual. Antes de Real Madrid, uno de los clubes más poderosos del mundo, con una historia de fichajes estelares y títulos internacionales, jugó en Porto, donde demostró que podía competir en la Champions. Luego llegó a Madrid, donde ganó la Liga y la Champions, pero su tiempo allí fue más corto de lo esperado. Después, su paso por el Bayern Múnich, equipo alemán conocido por su disciplina táctica y su exigencia física lo ayudó a madurar como profesional. Aunque no siempre tuvo minutos constantes, su calidad seguía siendo evidente cada vez que entraba al campo.
En la selección colombiana, James fue el motor durante años. Lideró el equipo en la Copa América y en las eliminatorias para el Mundial. Su presencia daba confianza, y su ausencia se notaba. Aún hoy, cuando Colombia juega, los aficionados lo miran como un referente, aunque ya no sea titular. Su legado no está solo en los goles, sino en cómo hizo que una generación entera de jóvenes en Colombia creyera que se podía ser técnico, creativo y ganador al mismo tiempo.
Lo que ves en las noticias de hoy —partidos, transferencias, lesiones— es solo la punta del iceberg. Aquí abajo encontrarás artículos que recogen su impacto en el fútbol latino, sus movimientos en el mercado, y cómo sigue influyendo en jugadores más jóvenes. No es solo un jugador: es un símbolo.