La Magallanes, la región más austral de Chile, conocida por su clima severo, paisajes patagónicos y comunidad resiliente. También llamada Región de Magallanes y de la Antártica Chilena, es un territorio donde el viento no solo mueve las banderas, sino que define la vida diaria de sus habitantes. Aquí, el invierno no es solo una estación, es un desafío constante. Las temperaturas bajan hasta -20 °C, las tormentas de nieve bloquean caminos y los puertos se cierran por días. Pero también es un lugar de belleza extrema: glaciares que se desplazan lentamente, fiordos que reflejan cielos de plata, y ciudades como Punta Arenas que mantienen su identidad con orgullo.
Lo que pasa en Magallanes, una región con una población dispersa, economía basada en el turismo, la ganadería y el petróleo, y fuertes vínculos con la Antártida no se queda en el sur. Las decisiones sobre energía, transporte y protección ambiental aquí afectan a todo el país. El proyecto de energía eólica en la Isla Grande, las rutas turísticas que conectan con Torres del Paine, o los debates sobre la minería en la zona antártica —todo esto tiene eco en Santiago. Y no es raro que los desafíos de logística, como el corte de suministros en invierno, se conviertan en noticias nacionales. La región también es un laboratorio de adaptación: comunidades indígenas mapuches y yaganes preservan saberes ancestrales mientras enfrentan el cambio climático, y jóvenes emprendedores abren cafés, hostales y talleres de artesanía con materiales locales.
En Patagonia chilena, la zona que abarca Magallanes y parte de Aysén, famosa por su naturaleza virgen, sus reservas naturales y su atractivo para aventureros de todo el mundo, cada noticia cuenta una historia. No solo hablamos de turistas que llegan a ver pingüinos o a caminar por el Sendero Patagónico, sino de familias que luchan por mantener el acceso a servicios básicos, de pescadores que ven cambiar sus caladeros, o de científicos que estudian el retroceso de los glaciares en el Campo de Hielo Sur. Aquí, la historia no se escribe solo en libros, se vive en cada día de trabajo, en cada reunión de vecinos, en cada llamada de emergencia que se envía cuando el frío aprieta.
Lo que encontrarás en esta colección son relatos reales, no clichés. Historias de gente que vive en Magallanes, no de quienes solo pasan de visita. Reportajes sobre cómo el Metro de Santiago no llega aquí, pero sí las consecuencias de sus decisiones. Noticias de cómo el clima extremo afecta los precios de la comida, cómo se mantiene la conectividad con el resto del país, y qué significa para una comunidad estar a 3.000 kilómetros de la capital. No hay fantasías. Solo hechos, personas y lugares que, aunque lejanos, son parte de Chile.