Participación ciudadana, el derecho y la práctica de que las personas se involucren activamente en las decisiones que afectan sus vidas. También conocida como democracia participativa, no es solo votar cada cuatro años: es exigir, proponer, organizarse y hacerse escuchar cuando algo no funciona. En Chile, esto no es un concepto abstracto. Lo ves en las tomas de terreno que exigen vivienda segura, en los vecinos que exigen mejoras en el Metro, o en los jóvenes que salen a protestar por pensiones. No es ruido: es el sistema respondiendo, aunque tarde, a lo que la gente pide.
La democracia, el sistema en el que el poder proviene del pueblo no se mantiene con discursos. Se alimenta de acciones concretas. Cuando el alcalde de La Florida ordena el desalojo de la toma Dignidad, y 193 familias responden con organización y denuncia, eso es participación ciudadana en acción. Cuando Senapred hace un simulacro de tsunami en Valparaíso y miles de personas lo viven como una prueba real, no es solo entrenamiento: es una forma de tomar el control de su seguridad. Y cuando el Metro extiende sus horarios por un concierto de Kendrick Lamar, no es solo logística: es una señal de que las autoridades escuchan lo que mueve a la ciudad.
La comunidad, el grupo de personas que comparten un espacio, intereses o necesidades comunes es el motor. No necesitas ser líder ni político para tener voz. Lo tienes si denuncias un delito informático como hizo Thiare Dorador, si exiges que te paguen los subsidios prometidos, o si llevas el Canto a lo Poeta al Metro para que no se pierda una tradición. Estas acciones, aunque parezcan pequeñas, construyen una cultura de responsabilidad compartida. Y cuando la AFA introduce la tarjeta verde en el fútbol juvenil para premiar la deportividad, no es solo un cambio en las reglas: es un intento de educar desde abajo, con valores que vienen de la sociedad, no de los despachos.
La decisión pública, cualquier acción tomada por el Estado que afecta a la población ya no puede ser un acto cerrado. Hoy, cada corte de agua de Aguas Andinas, cada sanción a un club de fútbol, cada cambio en las AFP, es observado, cuestionado y exigido por la gente. No hay más espacio para decisiones que no tengan en cuenta a quienes las sufren. Eso es lo que te muestra esta colección: no son solo noticias, son ejemplos reales de cómo la ciudadanía chilena está redefiniendo el poder.
Lo que encontrarás aquí no son opiniones ni análisis teóricos. Son casos reales, con nombres, lugares y consecuencias. Desde la lucha de María Corina Machado por la democracia en Venezuela hasta el esfuerzo de poetas chilenos por mantener viva una tradición oral. Todo esto está conectado. Porque la participación ciudadana no es un evento, es un hábito. Y en Chile, cada vez más gente lo está aprendiendo.