Una semifinal, es la penúltima etapa de una competencia deportiva donde solo cuatro participantes quedan en juego para acceder a la final. Es el momento en que el esfuerzo de meses se reduce a un solo partido, y donde el más preparado, el más valiente o el más suerte avanza. En el fútbol, una semifinal no es solo un partido: es una tensión palpable, una ciudad que se detiene, una afición que vive cada jugada como si fuera la última. En la Copa Sudamericana, un torneo de clubes sudamericanos donde los equipos luchan por un título que puede cambiar su historia, el regreso de Universidad de Chile, un club con décadas de tradición que volvió a las semifinales tras 14 años de ausencia fue más que un resultado: fue un resurgir. El 2-1 contra Alianza Lima no fue solo un triunfo, fue la confirmación de que el equipo aún puede competir en el más alto nivel. Y ahora, frente a Lanús, un equipo argentino con una identidad fuerte, disciplinada y temida en competencias internacionales, el reto es aún mayor. No se trata solo de ganar, se trata de demostrar que se puede volver a estar en el lugar donde se creía que ya no se podía llegar.
Las semifinales no son solo de fútbol. En el Davis Cup, la máxima competencia internacional de tenis por naciones, una semifinal puede cambiar la trayectoria de una generación. Fue allí donde João Fonseca, un joven tenista brasileño que sorprendió al mundo con su remontada contra Stefanos Tsitsipas llevó a su equipo a la final, mientras Novak Djokovic, una leyenda que nunca pierde la oportunidad de estar en los momentos clave miraba desde la tribuna con su hijo, como si estuviera viendo el futuro del deporte. En el tenis, como en el fútbol, una semifinal no se gana solo con talento, se gana con coraje, con decisiones en el momento justo, con el peso de las expectativas y con la capacidad de no hundirse cuando todo parece perdido.
En Chile, cuando se habla de semifinales, no solo se piensa en los estadios. Se piensa en los hinchas que viajan, en los comentarios que se vuelven leyenda, en los jugadores que se convierten en íconos por un solo gol. Se piensa en Patricio Yáñez gritando desde su butaca, en los que dicen que el fútbol es más que un deporte, en los que saben que una semifinal puede unir o dividir. Aquí encontrarás historias reales de equipos que lucharon por no desaparecer, de jugadores que dieron todo en un solo partido, de torneos que cambiaron el rumbo de una temporada. No son solo resultados. Son vidas que se decidieron en 90 minutos.