El true crime, una categoría de narrativa que se basa en crímenes reales, investigaciones y sus consecuencias sociales. También conocido como crimen real, se convierte en un espejo de la sociedad: muestra cómo funcionan las instituciones, dónde fallan y qué queda oculto tras los titulares. No es ficción. No es entretenimiento barato. Es lo que pasó, documentado, analizado y, a veces, olvidado.
En Chile, los casos de true crime no solo han movido a la opinión pública, sino que han obligado a reformar leyes, cambiar protocolos policiales y hasta redefinir el papel de los medios. La denuncia por delito informático contra la directora de Sernameg Bío Bío, por ejemplo, no fue solo un escándalo de poder: fue un caso de manipulación digital que puso en jaque la integridad de instituciones públicas. Y cuando una toma en La Florida termina en desalojo por riesgos de aluvión, detrás hay historias de familias que luchan por dignidad, no por delito —pero que la justicia y la prensa a menudo confunden.
El investigación criminal, el proceso sistemático de recolectar pruebas, entrevistar testigos y reconstruir eventos para esclarecer un crimen no siempre termina en condena. A veces, como en el caso de las víctimas de violencia institucional o los desaparecidos en contextos de protesta, el silencio es la única sentencia. Y en otros, como la polémica entre Cony Capelli y Eskarcita, lo que parecía un conflicto de reality se convirtió en un estudio de cómo la cultura del escándalo alimenta el true crime moderno: donde los protagonistas no son criminales, sino figuras públicas cuyas acciones se juzgan en redes antes que en tribunales.
El justicia, el sistema que promete equidad pero que a menudo actúa con retraso, sesgo o indiferencia es el personaje invisible en todos estos relatos. Cuando una mujer es acusada de falsificar pruebas, cuando una comunidad es desalojada sin subsidios, cuando un atleta es señalado por un error técnico que nadie entiende… ahí está el true crime: no en el crimen en sí, sino en cómo lo contamos, cómo lo ignoramos y cómo lo olvidamos.
Lo que encontrarás aquí no son historias sensacionalistas. Son casos reales, con nombres, fechas y consecuencias. Algunos terminaron en prisión. Otros, en el olvido. Pero todos dejaron huella. Porque el true crime no es solo sobre quién lo hizo. Es sobre quién lo permitió.