Crisis deportiva en Chile: ¿Qué está pasando con el fútbol y los equipos nacionales?

La crisis deportiva, un conjunto de fallos estructurales en la gestión, financiamiento y dirección del deporte chileno no es solo un problema de resultados perdidos. Es un desgaste lento, silencioso, que empieza en las directorias de los clubes y termina en los estadios vacíos. El fútbol, que antes unía barrios y generaciones, ahora genera desconfianza. ¿Por qué? Porque los dirigentes priorizan los números de contabilidad sobre el proyecto deportivo, y los jugadores clave se van sin dejar rastro, mientras los jóvenes crecen sin visión clara. La Copa Sudamericana, la competencia continental donde Chile aún puede recuperar prestigio se convirtió en el último refugio de esperanza, como cuando Universidad de Chile llegó a semifinales tras 14 años. Pero incluso ahí, el entusiasmo se apaga rápido si no hay continuidad.

La transferencias, el flujo de jugadores entre clubes, a menudo sin plan a largo plazo ya no son una señal de fortaleza, sino de desesperación. Fichar a un ex River Plate no soluciona una crisis de identidad. Tampoco contratar a un técnico por su nombre, si no hay alineación con la filosofía del club. Arturo Vidal habló de comunicación y colaboración en Colo Colo, pero eso no basta si el resto del sistema sigue funcionando en modo emergencia. La Selección Chile, el símbolo más visible del deporte nacional no tiene rumbo claro. Javier Aguirre, en México, siente la presión del Mundial 2026, pero ¿qué pasa aquí? ¿Quién está construyendo el futuro? Las victorias de Honduras o el empate de México no son ejemplos a seguir, sino advertencias: sin estructura, sin formación, sin visión, los resultados son temporales.

Lo que ves en esta colección de noticias no es casualidad. Es el reflejo de una misma enfermedad: el deporte tratado como espectáculo, no como proyecto. Desde el Metro de Santiago extendiendo horarios por un concierto, hasta cámaras de IA en el Sky Costanera para prevenir incendios —todo se mueve, menos el corazón del deporte. La crisis no está en los jugadores. Está en quienes deciden. Y lo que sigue no son solo partidos. Son elecciones: de quién merece liderar, de qué valores se defienden, de si el fútbol sigue siendo para los hinchas… o solo para los balances.